Hoy quiero presentaros a Lina, mi perrita. Es una chigüagüa de algo más de 14 años, "mi viejita".
Vivió sus primeros años en casa de mis padres. Cuando llego mis hijas eran todavía niñas, y era tan pequeña que cabía en una mano, tenía poco más de un mes de vida, alegre, cariñosa, juguetona y muy dócil. Fue un regalo anticipado de Navidad, era noviembre. Mi hija pequeña disfrutaba haciéndole disfraces y "modelos", y como ya os digo era tan dócil que se dejaba hacer. No sé cuantas "pasarelas" pisaría en aquellos años......
Cuando mi madre se quedó sola se convirtió en su más fiel compañera, pisaba por donde mi madre lo hacía, la acompañó en más de una mala noche. Estaba realmente comprometida a ser su confidente y amiga, de verdad, no es exageración, se entendían perfectamente.
Poco tiempo después, cuando mi madre nos dejó, Lina se vino a casa, la adoptamos pese a que mi marido no era muy amante de tener animales, pero como la reconocía tan buena y cariñosa, la aceptó sin mayor reticencia. De ésto han pasado ya algunos años. Hoy mi fiel Lina está muy deteriorada, no ve, le diagnosticaron una enfermedad degenerativa imposible de operar, y tiene los clásicos problemillas de la edad....., Sin embargo sigue participando de la vida familiar, es como un totem. Por el sonido distingue perfectamente quienes somos. Hay ocasiones en las que parece que nos busca con su mirada. Agradece, a su forma, cualquier detalle que se tiene con ella, por eso tratamos de darle cuanto cariño podemos y queremos que sea feliz, y se sienta querida el máximo tiempo posible.
Sinceramente, si tuviera que reencarnarme en un ser vivo, eligiría hacerlo en una perrita llamada Lina.
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