Para combatir la flacidez de nuestro rostro, al igual que ocurre con la
de nuestro cuerpo, la regla fundamental es muy sencilla: COMER SANO.
Somos lo que comemos y es cierto,
nos nutrimos y nuestro exterior es el reflejo de esa nutrición. Prioritario es
comprender que cuantos menos alimentos tóxicos tomemos (grasas, azúcar,
alcohol, tabaco) más lo agradecerá tanto el exterior como el interior de
nuestro cuerpo. Desde el pelo hasta las uñas de los pies, pasando por músculos,
dermis, epidermis, órganos y huesos, todos ellos demandan su alimentación para
tirar hacia delante de la mejor forma posible. De ahí que debamos equilibrar
nuestra alimentación para dar de comer y alimentar debidamente a tan nutrida
colonia de elementos que conforman nuestro ser.
Para ello las reglas son básicas.
Comer regularmente, 5 veces al día por lo general. Ingerir cantidades
prudentes, nada de hartarnos, y por supuesto tener tiempo de ocio, que emplear
como mejor podamos, y dormir de 7 a 8 horas.
Comer bien es comer de todo, sin
exceso en nada, y por supuesto sin apartar drásticamente el azúcar , las
legumbre, las pastas y los guisos, que de todo necesitamos.
Lógicamente las verduras y las
frutas son esenciales, y las primeras van extraordinariamente con las legumbres,
carnes magras y pescados. El pescado mejor a la plancha que frito, pero siempre
se permite algún desliz. Los lácteos también son necesarios pero sin pasarnos,
sobre todo en los yogures.
Como recomendación deciros que el
café verde tomado como infusión está muy rico, que los productos adelgazantes
no sirven para todo el mundo, llegando incluso a ser perjudiciales, de manera
que hay que consultar el producto, por muy natural que sea, con el médico. Y que
las dietas exprés sirven para aligerar la flacidez, así que CUIDADO.