A muchas personas mirarse al espejo en estas fechas vestidos por la propia piel, les causa cierto desencanto e incluso les llega a atormentar.... y nada más lejos de la realidad. Cada uno somos como somos y valemos lo que nuestro poso pesa, no lo que indica una báscula. A pesar de lo dicho, es lógico que no nos gustemos demasiado a priori, ha pasado un año más, la falta de ejercicio, las comidas de invierno y algún que otro exceso o placer culinario, desgraciadamente se nos dispone en lugares de nuestro cuerpo que no nos gustan. Pero, no pasa nada, no se acaba el mundo ni tenemos que usar a partir de ahora un burka para escondernos. Simplemente hay que marcar un plan. Este plan de acción, en el que incluímos como fundamental la comida, o lo que es lo mismo la reducción de ciertos caprichos, solamente significa comer sano.
Acudir a dietas milagrosas es un error y puede poner en riesgo la salud.... y esto sí que es serio, por ello salvo que acudamos a un especialista, lo que hay que hacer es programar nuestra alimentación con una mente sana, elegir productos que nos aporten lo que nuestro organismo necesita: proteina, pasta, legumbre, verdura, vegetales y sobre todo beber mucha agua, entre otras cosas. Pero igual de importante es cambiar el hábito de vida que tengamos, y, acompañados por el buen tiempo y las tardes más largas, salir a pasear( una hora a buen ritmo), correr, hacer ejercicio aeróbico, coger la bicicleta, cualquiera de estas actividades nos hara quemar calorias y sobre todos nos ayudarán a que nuestro corazón, huesos, articulaciones e incluso el cerebro se liberen de todo lo tóxico que podamos tener almacenado.
No hay ni que agobiarse ni ponerse nervioso. No por mucho pegarte palizas en gyms o correr hasta el agotamiento nos va ha hacer perder peso más de prisa. Hay que tomárselo en serio y planificar la acción dentro de nuestras posibilidades. Ánimo que lo conseguiremos.
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